Caracol

Él sabía que era arriesgado salir de casa un día de lluvia, pero debía conseguir alimento para su familia. Se levantó en cuanto comenzaron a caer tímidas gotas del cielo. Su andar ya no era el mismo que en aquellos días de juventud, pero le bastaba para cumplir con la rutina de recolección. A unos metros de su casa se detuvo por el cansancio que le agobiaba. Mientras intentaba calmar su agitada respiración, disfrutaba del agua que recorría su cuerpo. A lo lejos comenzó a oír pasos errantes y asustado aceleró el andar sin tener éxito. La suela de un zapato lo alcanzó por la espalda.